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El trastorno límite de la personalidad, uno de los trastornos más graves



Las personas que sufren este trastorno tienen sus vidas totalmente condicionadas, al igual que las vidas de las personas que les rodean, familiares y amigos. Estos síntomas suelen comenzar en la adolescencia, aunque también se pueden comenzar a apreciar desde la infancia a pesar de no ser posible el diagnóstico del trastorno de personalidad a esas edades tan tempranas.


Los principales síntomas de este trastorno son la desregulación de 5 factores:


  • Desregulación emocional, lo significa que tienen un tendencia a tener reacciones emocionales muy intensas, con poca capacidad para regularlas y volver a su línea base emocional, por este motivo, sus reacciones emocionales suelen durar bastante tiempo, apareciendo también episodios de ansiedad, depresión e ira intensa


  • Desregulación interpersonal, padecen de un intenso miedo al abandono, intentan realizar esfuerzos desesperados para evitar el abandono de los seres queridos e incluso pueden amenazar con el suicidio. Sus relaciones son caóticas y suelen relacionarse con los demás de forma muy intensa con muchas discusiones.


  • Desregulación comportamental, suelen tener comportamientos impulsivos, con más tendencia a las adicciones, suicidio, las autolesiones y promiscuidad. En muchos casos la autolesión se puede producir para regular las emociones ya que el dolor físico puede contrarrestar el malestar emocional.


  • Desregulación cognitiva, con pensamiento dicotómico, de todo o nada, les resulta muy complicado encontrar un punto intermedio. También se pueden encontrar síntomas más graves como la despersonalización, delirios o ideación paranoide, estas últimas sólo aparecen en los casos más graves y en momentos de crisis.


  • Alteración de la identidad, con sentimientos crónicos de vacío, notan que les falta algo, es muy difícil para ellos encontrar un sentido a la vida cambiando de opinión constantemente sobre sus metas.


Según el modelo biosocial del TLP, indica que previamente existe una vulnerabilidad biológica, en la que existen alteraciones genéticas que causan irregularidades en sistemas cerebrales, como por ejemplo una alta actividad de la amígdala (implicada en las reacciones emocionales). Cuando la vulnerabilidad biológica interactúa con un ambiente invalidante, se dan las condiciones necesarias para la aparición del trastorno. Como ambiente invalidante entendemos, que las personas que rodean a los pacientes vulnerables a un TLP no entienden sus reacciones emocionales ni sus comportamientos actuando de forma negativa castigando o ignorándolos. Esto suele comenzar a ocurrir en la infancia con la familia y los niños no aprenden a regular sus emociones ni a reconocerlas adecuadamente, provocando aún más malestar por sentirse incomprendidos e incapaces de regular sus emociones y una sensación posteriormente de no encajar en el resto de la sociedad.


En muchos de los casos de TLP los pacientes han sido víctimas de abusos, tanto físicos como sexuales, o han sufrido algún evento vital muy estresante. Se cree que estos eventos junto con la vulnerabilidad biológica y un ambiente invalidante provoca el desencadenamiento del trastorno.